Entradas populares

domingo, 16 de enero de 2011

Del acto de acostarnos, y de nuestros deberes durante la noche

No si bien entrar al recuerdo, o re-cuerdo de Carreño en algunos interesantes asuntos y los deberes para con eso momentos; cabe también subrayar que la llamada "modernidad", el "desarrollo",  la cultura, la civilización (?) no indican que lo que se re-escribe ahora no pueda ser aplicable y utilizable, de alguna manera adaptado, en nuestra vida diaria, ojalá así fuese, estoy cierto, sin ser ni lejanamente purista u ortodoxo, que la realidad cotidiana sería diferente:

1 — Antes de entregarnos al sueño, veamos si podemos hacerlo sin que nos echen de menos los que en una enfermedad, o en un conflicto cualquiera, tienen derecho a nuestra existencia, a nuestros cuidados y nuestros servicios.
2 — Cuando nuestra familia o nuestros amigos más inmediatos estén sufriendo, nada es más incivil e indigno que el que nosotros durmamos: y sólo un grave motivo podrá excusarnos del deber que tenemos de permanecer entonces a su lado.
3 — Estos cuidados se hacen extensivos a nuestros vecinos; y son más o menos obligatorios, según el grado de conflicto en que se hallan, y según que su comportamiento para con nosotros les haya dado más o menos títulos a nuestra consideración y a nuestro aprecio.
4 — Mas cuando seamos nosotros los que nos encontremos en conflicto, y en la necesidad del auxilio de nuestros parientes y amigos, no aceptemos el de aquellos que nos lo ofrezcan a costa de su salud, con trastorno de sus intereses, sino en el caso de sernos absolutamente imprescindible.
5—Al retirarnos a nuestro aposento debemos despedirnos cortés y afectuosamente de las personas de nuestra familia de quienes nos separamos en este acto; y en ningún caso dejarán de hacerlo los hijos de sus padres, los esposos entre sí, y los que duermen en un mismo aposento al acto de entregarse al sueño.
6 — Si habitamos con otras personas en una misma pieza, tendremos gran cuidado de no molestarlas en nada al acostarnos. Así, cuando hay la costumbre de dormir a oscuras, y ya otra ha tomado su cama, no conservaremos luz en la pieza por más tiempo del que sea absolutamente necesario para disponernos a tomar la nuestra.
7 — Si al entrar en el aposento encontramos que ya alguno de nuestros compañeros está dormido, cuidaremos de no hacer ningún ruido que pueda despertarle o turbar su sueño. Ejecutaremos entonces todos nuestros movimientos en silencio, y si necesitamos alguna cosa que no podamos proporcionarnos nosotros mismos, saldremos a pedirla afuera y con voz baja.
8 — Cuando tengamos un compañero cuya edad o cualesquiera otras circunstancias le den derecho a nuestra especial consideración y respeto, aguardemos siempre a que haya tomado su cama para tomar nosotros la nuestra; excepto el caso en que una enfermedad u otro accidente nos obligue a predecerle, o en que aquél haya de recogerse más tarde que de ordinario. Y si fuere un anciano o valetudinario, que necesite de auxilio en este acto, no sólo deberemos prestárselo gustosamente, sino que no esperaremos a que nos lo demande.
9 — No es delicado que, sin una necesidad imprescindible, durmamos en una misma pieza con personas de etiqueta o de poca confianza.
10 — Al despojarnos de nuestros vestidos del día para entrar en la cama, hagámoslo con honesto recato, y de manera que en ningún momento aparezcamos descubiertos ante los demás.
11 — La moral, la decencia y la salud misma nos prescriben dormir con algún vestido. Horrible es el espectáculo que presenta una persona que, por haber perdido en algún movimiento su cobertor, o por cualquier otro accidente ocurrido en medio de la noche, aparece enteramente descubierta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario